miércoles, 1 de abril de 2009

EL CANTAR DE LOS NIBELUNGOS












EL CANTAR DE LOS NIBELUNGOS
(anónimo)
IX Aventura (capítulo)
fragmento.




Ahora dijo la bella Kriemhild: _ "Vosotras, mis doncellas,
Que quieran estar a mi lado_ durante la recepción,
Buscad de los cajones _ vuestros mejores vestidos:
De este modo nuestros huéspedes _ nos conferiran elogio y honores."


Entonces también vinieron los guerreros _ y mandaron ante sí,
Cargar bellas sillas _ pesadas de oro rojo.
De modo que en ellas cabalgasen las mujeres _ desde Worms al Rhin.
Mejor sillería _ no podía haber nunca.


¡Cómo brilló de los caballos _ el resplandor de oro claro!
¡Cómo respladeció de las bridas _ tanta piedra preciosa!
Los asientos de las sillas de oro, _ forrado de claras telas costosas
Trajeron a las mujeres: _ ellas tenían gran alegría.


Con bridas y cintas de seda _ bellas y fuertes al mismo tiempo,
Trajeron caballos nobles _ para las mujeres, ante la sala.
Las angostas correas del pecho _ que llevaban los caballos
Eran de la mejor seda _ que jamás se oyó decir.


Ochenta y seis mujeres _ salieron entonces del castillo,
Todas llevaban gorras en la cabeza; _ se reunieron con Kriemhild ante
la casa
Las bellas, ahora _ en ricos vestidos;
Entonces vinieron también muy adornadas _muchas doncellas
lindísimas


Cincuenta y cuatro _ del pais de los Burgundios:
Esas eran también las mejores _ que jamás se encontraron;
Las vieron caminar, _ con rizos de oro, bajo claras cintas.
Lo que había deseado el rey _ lo vio cumplirse en celo.


De ricas telas claras _ de léjanos países paganos
Llevaron ante los huéspedes _ muchos magníficos vestidos.
Les quedaban muy bien _ a sus bellos colores.
Si alguien no las quisiera _ seguramente tendría poco ánimo.


De armiño y sable (marta) _ se encontraron muchos vestidos.
Muchas se adornaron _ el brazo y la mano
Con broches sobre la seda _ que debían llevar;
Toda esa actividad _ nadie podría decírosla hasta el final.


Muchos cinturones _ artísticamente hechos, preciosos y largos
Amarró sobre sus vestidos claros _ la mano de las mujeres,
Alrededor de faldas de Ferrans _ y tela de Arabia.
Las nobles doncellas _ estaban llenas de gran alegría.


Muchas bellas doncellas _ mandaron fajarse en joyas sobre el pecho
Muy lindamente _ Aquella podía apurarse mucho,
Cuyo color claro _ no resplandeciera más que en su vestido.
Tan bellas sivientas _ ahora no tiene reina alguna.


Cuando las mujeres lindísimas _ ahora se habían puesto sus vestidos,
Vinieron lo hombres _ que iban a guiarlas, inmediatamente,
Un gran número de caballeros _ de alto ánimo
También trajeron muchos escudos _y muchas lanzas de haya.










Imagen: Dante Gabriel Rosetti.



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