Estuve seis horas en el ojo del huracán, fue muy desgastante emocionalmente, después de tres días me siento todavía sin ganas de hacer nada y hasta me enfermé del estomago. El no tener a nadie a quien platicarle lo que vivi lo hace todavía más difícil.
El agua caía sin tregua era imposible moverse, así estuve tres horas esperando a que el diluvio me permitiera continuar y poder llegar a mi casa. Finalmente tomé el camino para mi casa pero las calles eran verdaderos ríos, mi carro se convirtió en lancha, y yo temerosa de que el motor fallara y me quedara varada como muchos otros se habían quedado. Pensé en quedarme en un hotel pero tampoco lo pude hacer pues el agua y el transito no lo permitían, llegue a mi casa después de tres horas de haber emprendido el camino, agotada y con la necesidad de que alguien estuviera preocupado por mi y me dijera palabras de aliento, pero NADA, LA SOLEDAD ES CABRONA.