martes, 15 de abril de 2008











SU VOZ


La abeja silvestre va de rama en rama en su devanar
con su abrigo de piel y sus alas de gasa,
ora en el cáliz del lirio ora haciendo mecer
la campara del jacinto
en su discurrir.
Acércate amor; aquí fue, lo creo,
donde hice ese voto.

Juré que dos vidas deberían ser una
-mientras la gaviota ame el mar
y el girasol busque al sol-
"lo sera", dije, "por la eternidad,
entre tú y yo"
Querido amigo; ésos son tiempos idos, pretéritos;
la red del amor ha sido hilada.
Mira hacia arriba donde esos chopos
sin cesar se mecen en el aire estival.
Aquí en el valle jamás la brisa
el vilano esparce; mas allí
grandes vientos soplan
de poderosos mares rumorosos y místicos
y castigan los campos con las olas.
Mira hacia donde grazna la gaviota blanca.
¿Qué mira que no podemos ver nosotros?
¿Acaso una estrella? ¿O fanal que brilla
en bajel que se aleja?
¡Ah, puede se que pasáramos
nuestras vidas en una tierra de sueños!
¡Qué triste nos parece!

Cariño, sólo queda esto por decir:
el amor no se pierde nunca,
el duro invierno apuñla los pechos de mayo
cuando sus rosas carmesíes queman su escarcha;
y navios por la tormenta sacudidos
encontrarán abrigo en alguna bahía,
y así también nosotros
Y nada queda por hacer,
sólo besarnos otra vez y partir;
quiero decir, nada hay por lo qué lamentarnos,
tengo yo mi belleza, tú tienes tu arte,
no te sorprendas,
un solo mundo no era suficiente para los dos
como tú y yo.










Oscar Wilde, poesía

Dante Gabriel Rossetti, imágen









IM&PO

No hay comentarios: