jueves, 29 de mayo de 2008













Un follaje de nubes envuelve mi cabeza; el viento las deshace,

dio la vuelta y me mostró un sendero de estrellas.

La desnudez de las estrellas transfiguraron

los pudores de las beatas y las muchachas de Octavio

bajan las escaleras carcajeandose.

En el horizonte todos los astros hacen ingravidas piruetas.

El paisaje astral se recrea en el espejo de la noche.


La cauda del cometa se deshace, cae a la tierra

en iridisentes plumas de colibrí;

en espirales las convierte el viento

y en cada grano de arena se detienen

como flores de fosforecencia planetaria.

La ola, muralla de agua se las traga

y en la panza del oceano se trasmutan

en peces de colores.















Poema: María González.


Imagen: antigua y anónima.













P&I

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