lunes, 15 de diciembre de 2008













PAISAJE


Quiero, para hacer castamente mis églogas,
tenderme junto al cielo igual que los astrólogos;
cerca del campanario escuchar entre sueños
esos himnos solemnes que los vientos arrastran.
Las manos al mentón, en mi alta buhardilla
contemplaré el taller que charla y parlotea,
tubos y campanarios, mástiles de la urbe,
y esos vastos cielos que hablan de lo eterno.

Es grato ver surgir, a través de la bruma,
la estrella en el azul, en el balcón la lámpara,
los ríos de carbón subir al firmamento
y la luna verter sus pálidos encantos.

Veré la primavera, el otoño, el estío;
y al llegar el invierno de monótonas nieves
cerraré en todas partes persianas y postigos
para lanzar en la noche mis mágicos palacios.
Entonces soñaré azules horizontes,
jardines surtidores en pilas de alabastro,
pájaros que cantan mañana y noche, besos,
y todo lo infantil que nos trae el Idilio.
El motín, golpeando en vano mis cristales,
no me hará levantar la frente de la mesa;
pues estaré hundido en el puro deleite
de con mi voluntad crear la Primavera,
de arrancar un sol de mi pecho y de hacer
una atmósfera tibia, con mis ardientes sueños.











Poema: Charles Baudelaire

Imagen: Toulouse Lautrec.










P&I

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