domingo, 10 de mayo de 2009













CHUPAMIRTO


Todas las tardes llega el chupamirto
se posa en el alambre rechinando
su áspera canción de vespertino amor.
El sol en la punta de la montaña.

En el cielo los llameantes colores
pintando la gran bóveda celeste.
El día viste sus galas nocturnas
de algarabía sonora de pájaros.

La página del día empieza cerrar,
el ocaso pinta y despinta el cielo
Tras la montaña se escondió el sol.

El resplandor y los últimos trinos
apagándose bajo el silencioso
manto de negra noche sin estrellas.









María González







P&I

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