domingo, 13 de abril de 2008
APOLOGÌA
¿Es tu voluntad que yo crezca y declilne?
Trueca ni paño de oro por gris estameña
y teje a tu antojo esa tela de angustia
cuya hebra màs brillante es dìa malgastado.
¿Es tu voluntad-Amor que tanto amo-
que la casa de mi alma sea lugar atormentado
donde deban morar, cual malvados amantes,
la llama inextinguible y el gusano inmortal?
Si tal es tu voluntad la he de sobrellevar
y venderè ambiciòn en el mercado,
y dejarè que el gris fracaso sea mi pelaje
y que en mi corazòn cave el dolor su tumba.
Tal vez sea mejor asì- al menos
no hice de mi corazòn algo de piedra,
ni privè a mi juventud de su pròdigo festìn,
ni caminè donde lo Bello es ignorado.
Muchos hombres lo hicieron; trataron de cercar
con vìnculos estrechos el alma que deberìa ser libre,
pisaron la senda polvorienta del sentido comùn,
mientras el bosque todo cantaba libertad,
sin ver còmo el halcòn manchado en vuelo
pasando su ancha ala por el alto aire
hacia algùn monte abrupto y solitario,
asìa las trenzas tardìas de Dios Sol.
Còmo la florecilla que èl pisoteara,
la margarita, ese escudo de oro con plumas blancas,
siguiò con ansiosos ojos al errante sol,
contenta si una vez se aureolaban sus hojas.
Pues, por cierto es mucho haber sido
el mejor amado por un tiempo,
haber caminado de la mano del Amor y visto
sus purpùreas alas pasar una vez por tu sonrisa.
¡Ay!, aunque el àspid ahito se nutre de pasiòn
en mi corazòn de muchacho, rompì las barras
y cara a cara enfrentè la belleza, y concocì
el amor que mueve al sol y todas las estrellas.
imàgenes y poesìa
Dante y Oscar.
z-.x,c.
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