sábado, 3 de mayo de 2008












V

BENEDICTUS


Bendito es lo que viene en nombre del espíritu,
lo que trae el espíritu consigo.

El nombre del espíritu está escrito
en la astilla, en la ráfaga de viento, en el cristal,

en el cristal de nieve, los pétalos, las hojas,
en el musgo y la luna, en las plumas, los fósiles,

en la sangre y el hueso, el silencio, la música,
cada palabra de
cada palabra ,
la carne y la visión.

¿Pero qué hay del sufrimiento
que causan en la tierra, contra los inocentes,
las manos de los hombres?

¿Se escucha la palabra
debajo o por encima
de la cacofonía de la malignidad?

¿Puede ser pecibida, todavía,
por soñadores sordomudos,
en la mano, en el pecho,
aquella vibración
que conocen las fibras
del árbol de los nervios,
o ve ese tercer ojo para el cual
la vista y el sonido son una sola cosa?

¿Y qué hay del vacío,
el torbellino destructor que no deja pasar
palabra aguna?

En la indolencia del león
está el espíritu,
en la ferocidad del tigre
que no es previsora,

sino que despierta con el hambre,
y el hambre
de su juventud.

Bendito es lo que expresa
su ser,
la piedra de la piedra,
la paja de la paja,
porque allí
está el espíritu

¿Pero es capaz el nombre
de expresarse
en la espiral del tiempo?
¿Puede entrar al vacío?
Bendito
sea el polvo. Desde el polvo
se expresa el mundo. No tenemos otra
esperanza, y ningún conocimiento.
La palabra eligió
hacerse carne.
En la carne perpleja
nos postramos.














Imagen: Fractal realizado por Linda Allison

Poema: Denis Levertov












skj.

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