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Los ojos de mi amada no son soles,
el coral es más rojo que sus labios,
no tiene pechos níveos, mas morenos,
y pelo renegrido, no hebras de oro;
he visto rosas rojas, rosas blancas,
mas no vi rosa alguna en sus mejillas,
y hay aromas que son más delelitables
que el aliento que exhala mi señora.
Me encanta oírla hablar, mas a mi juicio
la música es más grata a los oídos.
Jamás he visto diosas os lo juro,
pues ella al caminar pisa la tierra.
Pero es beldad tan rara cual las otras
con símiles falaces exaltadas.
William Shakespeare.
P&I
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