lunes, 22 de septiembre de 2008
PEQUEÑA CRÓNICA
Entre nosotros hubo
lo que hay entre dos cuando se aman:
sangre del himen roto. (¿Te das cuenta?
Virgen a los treinta años ¡y poetisa! Lagarto.)
La hemorragia mensual o sea en la que un niño
dice que sí, dice que no a la vida.
Y la vena
-mía o de otra ¿qué más da?- en que el tajo
suicida se hundió un poco o lo bastante
como para volverse una esquela mortuoria.
Hubo, quizá, también otros humores:
el sudor del trabajo, el del placer,
la secreción verdosa de la cólera,
semen, saliva, lágrimas.
Nada, en fin, que un buen baño no borre. Y me pregunto
con que voy a escribir, entonces, nuestra historia.
¿Con tinta? ¡Ay! Si la tinta
viene de tan ajenos manantiales.
RELACIÓN DEL PEREGRINO
Fuimos dejando huellas.
Larga y pacientemente acariciamos
el rostro de la piedra.
Nombrábamos así los lugares, los dias
con una lengua eterna.
Señalamos un árbol
sangrando su corteza por volverlo entre todos
el único y el santo.
Se erguía ante nosotros y sostenía el cielo
el árbol señalado.
Teníamos guardada
-como un granito de oro atado en un pañuelo-
una sola palabra.
Y cuando la decíamos eran los corazones
El espejo del alba.
Poemas: Rosario Castellanos
Imagen: Amadeo Modigliani.
P&I
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