lunes, 1 de diciembre de 2008












CORRESPONDENCIAS


Es la Natura un templo cuyos pilares vivos
alguna vez profieren balbucientes palabras;
allí el hombre atraviesa esos bosques de símbolos
que lo observan, mirándolo con ojos familiares.

Cual unos largos ecos que a distancia se funden
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche, como la luz inmensa,
se contestan perfumes, colores y sonidos.

Hay aromas tan frescos como la carne impúber,
dulces como los oboes, verdes como los prados
y existen otros ricos, triunfantes y perversos,

que logran la expansión de todo lo infinito;
el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso
que celebran los éxtasis del alma. y los sentidos.












Poema: CHARLES BAUDELAIRE.

Imagen: TOULOUSE LAUTREC.











P&I

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