lunes, 2 de noviembre de 2009








EL JARDÍN

Te alabo, mujer, porque con una mirada puedes robar al

arpa toda su riqueza melodiosa,y ni siquiera escuchas sus canciones.

Te adoro, porque pudiendo humillar las cabezas más altivas del mundo,

amas a los desconocidos de la tierra.

Me conmueves porque con esos brazos, cuya hermosura diera gloria a un rey,

son los esclavos diarios de tu hogar humilde.









Por los arrozales amarillos y verdes huyen sombras y sombras de nubes,

que el sol de otoño persigue rápido.Las abejas se olvidan de libar la flor y,

ebrias de luz, zumban, en vuelo estático. En las islas del río. los patos alegres

clamorean sin razón...

¡Nadie vuelva a casa esta mañana! ¡Qué no trabaje nadie hoy! ¡Vamos a asaltar el

cielo azul,a saquear corriendo, enloquecidos los espacios! ¡Flote la risa en los

aires, como la espuma en el río! ¡Derrochemos, cantando sin sentido la mañana!










FOTO: Claire Pismont






P&I

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