sábado, 7 de noviembre de 2009










Por el sendero vespertino de mi sueño me fui en busca de
un amor que había sido mío en otra vida...
La casa estaba al fin de una calle desolada.
El pavoreal favorito se dormía en el techo,
con la brisa del crepúsculo,
y las palomas callaban en su nido.


Ella dejó la lámpara en el umbral y vino a mi encuentro.
Alzó sus grandes ojos a los míos y me dijo muda:
"¿Cómo estás di?
Iba a responderle, pero se me habían olvidado las palabras.
Pensé, y pensé, y no pude recordar nuestros nombres...


Sus ojo se llenaban de lágrimas.
Me tendió la mano y yo se la tomé en silencio...
La lámpara tembló un momento en la brisa del anochecer y se apagó.










FOTO: Mark Williams







P&I

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