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Ausentarme de ti fue un crudo invierno,
oh deleite del año fugitivo.
¿Qué heladas padecí, qué días oscuros,
qué diciembre tan yermo y desolado!
Y viajé sin embargo en el estío
y el otoño, henchido con el fruto
engendrado en fecunda primavera
cual un vientre grávido enviudado.
Pero en tal descendencia sólo he visto
esperanza de huérfano, zozobra,
pues eres regocijo del verano
y sin ti, aun las aves enmudecen,
o cantan con tan lúgubres acentos
que las hojas se agrisan, temerosas.
William Shakespeare.
P&I
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